
Desde el principio de la Biblia, vemos que declara que somos hechos a imagen y semejanza de Dios, lo que nos deja como tarea buscar que significa ese hecho. Ya que saber lo que significa que somos hechos a imagen y semejanza de Dios nos revelará la identidad y el propósito de Dios en nosotros.
En un inicio, responder a esta pregunta podría parecer sumamente fácil, pero una vez que tratamos de pensar seriamente en su respuesta, nos damos cuenta de que la respuesta es compleja. Por intuición o simple lógica se podría concluir que ser hechos a imagen y semejanza de Dios significa que somos un reflejo menor de las misma imagen de Dios, pero al conocer la grandeza de Dios y nuestra limitaciones, vemos que no cuadramos con esa definición.
Toda la creación de Dios vino por el poder de su boca, fue una creación ex nihilo, es decir de la nada. De la nada surgió toda la materia, espacio y tiempo existente. A pesar de que la dimensión de la creación de Dios es de proporciones fuera del alcance de nuestra imaginación, la Biblia nos deja ve que nuestra creación en particular fue especial:
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…
Génesis 1:26
Esa declaración bíblica no solo revela la forma en que fuimos creados, sino que también nos revela quiénes somos y nuestro propósito. Comprender este pasaje bíblico transformará nuestra forma de ver la vida, valorar la vida humana y nuestra relación con Dios.
La diferencia entre ser “imagen” y “semejanza”.
Es cierto que las palabras imagen y semejanza podrían parecer sinónimas, pero no lo son. En el contexto bíblico estas palabras tienen implicaciones distintas que se complementan. Comprender la diferencia entre estos términos es lo que nos ayudará a comprender lo que significa que somos hechos a imagen y semejanza de Dios.
La palabra imagen proviene del vocablo hebreo tselem, que se refiere a una representación o reflejo. En este contexto ser imagen de Dios se refiere que así como un objeto se refleja en la superficie de un espejo, nosotros reflejamos en nuestra vida aspectos del carácter de Dios, como: la razón, la moral, creatividad, capacidad de amar y decidir con libertad.
Por otro lado, la palabra semejanza, proviene del vocablo hebreo demuth, el cual significa correspondencia o similitud. Está claro que no somos dioses o semi dioses, pero poseemos cualidades que reflejan la naturaleza de Dios en medida humana.
En este sentido, ser hechos a imagen y semejanza de Dios significa que somos Su Imagen porque poseemos aspectos del carácter de Dios, y Su Semejanza cuando los manifestamos.
Dios en nosotros no simplemente creó criaturas biológicas, sino que creó seres capaces de relacionarse con Él y con las demás entidades de su creación de manera consciente y amorosa.
Nuestras acciones y carácter deben de reflejar a Dios.
Ser hechos a imagen y semejanza de Dios significa que somos llamados a reflejar Su carácter en nuestra vida diaria. Con ese propósito Dios creó a Adan y a Eva y les puso en el huerto. Una vez que el pecado entró en la humanidad, este propósito divino puesto en nosotros se vio corrompido.
Por lo que el pecado es lo contrario a manifestar el carácter de Dios. Actuamos como hechos a imagen y semejanza de Dios cuando manifestamos la moral, lógica y acciones propias de la bondad y santidad de Dios, sin embargo cuando pecamos, este propósito se echa a perder.
El pecado deterioro en nosotros la imagen y semejanza de Dios. Cada vez que mostramos amor, justicia, misericordia, honestidad y dominio propio, estamos manifestando expresiones propias del carácter de Dios.
La Biblia nos afirma que Jesús es la imagen perfecta de Dios (Colosenses 1:15), ya que en él no hay perversión moral. En Jesús logramos ver como debe de lucir la imagen de Dios en nosotros ya restaurada. Dicha imagen restaurada se manifiesta en una vida caracterizada por la obediencia a los mandamientos de Dios, la compasión, humildad y servicio a los demás.
Justamente por esta razón es que estamos llamados a parecernos cada vez más a Cristo, ya que cuanto más nos parecemos a Jesús, más estamos reflejando la imagen original para la cual fuimos creados. Por lo que la Biblia dice:
Y él (Jesús) mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros,
12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,
13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;
Efesios 4:11-13
Ese es el propósito por el cual Jesús formó su Iglesia, para que el creyente redimido aquí en la tierra fuera formado y restaurado de forma parcial a la imagen y semejanza de Dios con la cual fue originalmente creado.
La dignidad del ser humano como criatura a imagen y semejanza de Dios.
En párrafos anteriores vimos que comprender lo que significa que somos hechos a imagen y semejanza de Dios también cambiaría nuestra percepción sobre el valor de cada persona.
Reconocer que absolutamente todas las personas hemos sido creadas a imagen y semejanza de Dios debería de cambiar para bien nuestra forma de relacionarnos con los demás. Ya que hemos comprendido que cada vida tiene un valor intrínseco e inigualable.
Hacer planes en contra de otra persona, despreciarla o humillarla es literalmente deshonrar la imagen de Dios en ella. Por lo que debemos de ser más empáticos, compasivos y respetuosos hacia todos. Ya que sabemos que nuestro prójimo también lleva algo de Dios en su ser.
La imagen de Dios dañada, pero no destruida.
La entrada del pecado afectó profundamente la imagen y semejanza de Dios en nosotros, de ese modo distorsionando nuestro propósito y carácter. Sin embargo, no la destruyó por completo, solo la dañó.
Cristo vino a la tierra para restaurar es imagen mediante la redención de nuestros pecados y la obra transformadora del Espíritu Santo. El proceso de santificación (apartarnos del mal) es en esencia el proceso para parecernos más a Dios tanto en pensamientos, palabras y acciones.
Conclusión sobre lo que significa que somos hechos a imagen y semejanza de Dios.
La verdad de que somos hechos a imagen y semejanza de Dios no significa un simple dato teológico, sino que nos comunica una verdad que define nuestra dignidad, propósito y destino eterno.
Fuimos creados para reflejar la gloria de Dios en la tierra, a través de la comunión con Cristo. Esa imagen que el pecado corrompió puede ser restaurada a plenitud. La Biblia lo afirma así:
Y nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen…
2 Corintios 3:18
Gracias por llegar hasta el final de esta publicación, dime: ¿Cómo te sientes al saber lo que significa que somos hechos a imagen y semejanza de Dios? ¿Comprendes el valor que tiene tu vida a los ojos de Dios? ¿Eres consciente de la identidad y propósito que Dios puso en tu vida? ¡Déjame saberlo en los comentarios!
Puedes leer mi publicación anterior en el siguiente enlace: ¿Qué significa que somos la sal de la tierra?
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